Los principales laboratorios a nivel mundial utilizaron un software creado por la biotecnológica Mestrelab, con sede en Santiago, para acelerar el desarrollo de las vacunas contra el COVID. Fue fundada hace poco más de quince años.
Los principales laboratorios del mundo –Pfizer, BioNTech, AstraZeneca o Moderna Therapeutics– utilizan en el desarrollo de las vacunas contra el COVID un software de investigación química creado por la empresa Mestrelab Research, con sede en Santiago y galardonada el año pasado con el premio a la empresa biotecnológica más competitiva de Galicia por el clúster tecnológico Bioga. Fundada en 2004 por Juan Carlos Cobas (el cerebro del software), Francisco Javier Sardina López, catedrático de Química; y Santiago Domínguez como una spin-off de la Universidade de Santiago (USC), entre sus clientes figuran algunas de las mejores universidades del mundo, grandes laboratorios farmacéuticos y multinacionales.
“La empresa se fundó en un apartamento, con dos personas y dos portátiles, y un capital social de 3.000 euros”. Así recuerda Santi Domínguez el inicio de Mestrelab Research. Era el año 2004, y ahora, apunta, son “los mejores del mundo” en lo que hacen. “Tenemos un equipo de alta calidad, formado en su gran mayoría por personas que han estudiado en la USC. Y nuestra idea es innovar continuamente para permitir la aceleración y mejora de la calidad de los procesos de I+D de nuestros clientes”, señala el CEO de la empresa, quien valora como “un gran orgullo el haber contribuido a acelerar el desarrollo de la vacunas COVID, y también al desarrollo de diferentes fármacos para el tratamiento de otras enfermedades”.
En este sentido, incide en que el software que han creado es una solución que ofrece un entorno único, puesto que “estos datos pueden procesarse, analizarse e interpretarse”. Y lo hacen de forma automática, “utilizando inteligencia artificial y sistemas expertos”. “El resultado”–subraya Domínguez– “es un gran incremento de la productividad en lo que es el tratamiento de datos analíticos de las funciones de I+D de nuestros clientes”. Este incremento de la productividad puede ser por encima del 80 %, “con lo cual se acelera la función I+D y que los productos que se están desarrollando, sean fármacos, nuevos alimentos o ahora las vacunas, lleguen antes al mercado”.
La sede central de Mestrelab Research está en el barrio de Santa Marta, donde trabajan 40 de las 50 personas que forman la plantilla. La mayoría trabajan en I+D del software, un apartado al que dedican más del 50 por ciento de su presupuesto. La empresa cuenta con otras diez personas en las distintas delegaciones comerciales en el exterior: San Diego, San Francisco, Boston, Nottingham, Viena, Nueva Delhi y Tokio. “El 97 % de nuestra facturación es de exportaciones, el 40 % en Estados Unidos y otro 40 % con la Unión Europea”, destacan.
Santi Domínguez (Cofundador de Mestrelab Research)
Santi Domínguez explica que en su equipo desarrollan “un software que es un poco como el Microsoft Office para los datos de instrumentalización analítica en los laboratorios de I+D de la industria farmacéutica, biotecnológica y química”. El cofundador de esta empresa compostelana detalla que “el software genera una serie de datos complejos que se utilizan para confirmar, por ejemplo, que el resultado de la investigación es el que se pretendía”. Es decir, “que hemos hecho realmente el producto que queríamos hacer. Y también si es eficaz, que es, por supuesto, muy importante en el caso de un fármaco. Además, sirve para comprobar si es seguro, puesto que permite identificar si hay impurezas nocivas en el producto que se está desarrollando”, afirma Santi Domínguez en declaraciones a este periódico desde la delegación de su empresa en Gran Bretaña.
Entre sus clientes: Harvard, Oxford…
CEO de Mestrelab, Santi Domínguez destaca que entre sus clientes figuran 96 de las 100 universidades más importantes del mundo, además de grandes laboratorios farmacéuticos y multinacionales. En esta amplia lista incluye las universidades estadounidenses de Harvard, Stanford, Princeton o Berkeley, las de Cambridge y Oxford (Reino Unido), Zúrich (Suiza) o el Instituto Max-Planck de Psiquiatría de Múnich (Alemania). La biotecnológica compostelana también trabaja con la multinacional estadounidense Johnson & Johnson, la química alemana Basf, la farmacéutica helvética Roche o agencias del Gobierno estadounidense como la espacial Nasa o la especializada en control de medicamentos FDA.
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