En tres de cada cuatro operaciones de capital en empresas biotecnológicas de nuestro país hay involucrado un inversor internacional
Las empresas biotecnológicas españolas cotizan al alza entre los inversores extranjeros. Nuestro país cuenta con alrededor de 750 empresas de biotecnología, la inmensa mayoría de pequeño o muy pequeño tamaño -más de la mitad no pasan de 10 trabajadores-. Pero esa dimensión contrasta con las fortalezas de su actividad, una competitiva y estratégica trinchera de innovación empresarial en tiempos de crisis.
La patronal española del sector, Asebio, calcula que las empresas biotecnológicas españolas mueven anualmente una inversión privada de más de 700 millones de euros. Ese dinero se capta a través de diversas fuentes de financiación: créditos, recursos propios, líneas públicas de apoyo… y operaciones societarias de capital. Por esta última vía atraen unos 100 millones al año, y el 75% de esos fondos «se obtienen en rondas de captación de capital en las que al menos hay un inversor internacional involucrado», explica a ABC el director general de Asebio, Ion Arocena. «Que en tres de cada cuatro operaciones de ese tipo haya al menos un inversor internacional indica que tenemos un ecosistema de empresas biotecnológicas claramente competitivo a nivel internacional», destaca.
Pero, ¿qué es una empresa biotecnológica en sentido estricto? «Son aquellas que dedican su actividad exclusiva o principal a la biotecnología: la utilización de tecnología basada en seres vivos o en una parte de un ser vivo para obtener bienes y servicios de utilidad para la sociedad», explica Arocena. Y hay tres grandes ámbitos empresariales en este campo: el dedicado a producir fármacos de origen biotecnológico, y ejemplos de ello son la insulina, los anticuerpos o las terapias a partir de inmunotoxinas-; las que se dedican a la innovación agraria, por ejemplo introduciendo resistencia a patógenos con técnicas de modificación génica en cultivos; y las enfocadas a mejorar la alimentación con desarrollos biotecnológicos -una vía en la que se está investigando es la obtención de fuentes de proteína sostenible, la denominada «carne cultivada»-.
La salud y la alimentación, por tanto, están en el frontispicio de este tejido empresarial que, en España, da trabajo a unas 27.000 personas, de las que más de 9.000 son profesionales de departamentos de investigación y desarrollo (I+D). En los últimos años se ha registrado una significativa creación de empleo en este sector, lo que se ha reflejado especialmente en los departamentos de investigación y desarrollo de esas empresas: en 2018 sumaban 8.237 profesionales; en 2019, un total de 9.365, un 14% más en solo un año.
La cifra de negocio, por su parte, supera los 10.000 millones de euros. Los últimos datos oficiales que maneja la patronal del sector son de 2018. Aquel ejercicio, la facturación de la industria biotecnológica española ya era de 9.861 millones de euros, y estaba en plena senda de crecimiento.
Fuertes ante la crisis
Aún no hay datos disponibles de 2020, pero la patronal del sector da por seguro que no se ha producido retroceso en este tejido productivo, ni en actividad empresarial ni en empleo. Tampoco en cifra de negocio. De hecho, la crisis sanitaria ha incrementado el esfuerzo inversor y de investigación en parte de estas empresas, lo que ha hecho reforzar sus cifras de actividad, según explica el director general de Asebio.
«Hicimos una encuesta entre las empresas de la asociación para conocer cómo les había impactado la crisis sanitaria y económica de 2020, y lo que nos dijeron es que, por lo general, las empresas habían mantenido tanto su actividad como su plantilla», relata Ion Arocena. «De hecho, esta crisis ha llevado a algunas de estas empresas a reorientar su I+D y su actividad hacia la lucha contra el Covid», indica. Y remarca: «El porcentaje de empresas biotecnológicas españolas que indicaron que habían tenido que reestructurarse o acogerse a ERTE era muy minoritario». Arocena destaca que todo esto «pone de relieve la tremenda resistencia de nuestro sector, que en unas circunstancias económicas y sociales tan duras está siendo capaz de mantener el empleo e incluso de crecer».
Trabajando contra el Covid
Medio centenar de empresas españolas están implicadas, de lleno, en la investigación, desarrollo y producción de herramientas científicas contra el Covid. Además de hospitales y centros de investigación, 47 empresas biotecnológicas trabajan en soluciones contra el coronavirus, desde la investigación con vacunas al desarrollo de tratamientos de la enfermedad provocada por el SARS-CoV2, pasando por dispositivos de detección y diagnóstico, o herramientas de predicción de ondas pandémicas.
«La industria biotecnológica española demostró una capacidad de respuesta en tiempo récord, porque contaba con un competitivo tejido empresarial especializado en ámbitos científicos aplicables a la lucha contra el Covid», destacan desde la Asociación Española de bioempresas (Asebio).
Inversión pública
La patronal de las biotecnológicas considera que la crisis del Covid ha puesto en evidencia la importancia estratégica que este sector tiene para un país desarrollado. Y, en consecuencia, la necesidad de impulsar estrategias públicas que apoyen este ámbito científico y empresarial, de forma coordinada con la iniciativa privada. Entre otras cosas, para relanzar la inversión pública en I+D, que sigue en horas bajas.
Arocena explica que «España ha sufrido los efectos de la caída de la inversión pública en I+D, que retrocedió de forma severa por la crisis de 2008, que se acentuó especialmente a partir de 2010 y que no se recuperó en la etapa de crecimiento que comenzó en 2014» y que se prolongó hasta la irrupción del Covid. La economía entró en la senda de la recuperación en 2014, pero no lo hicieron los presupuestos públicos para investigación y desarrollo. Y los empresarios del sector insisten en que, en un ámbito estratégico como este, en el que es fundamental tanto la investigación en centros públicos como privados, ser cicateros en I+D es un error que la Administración debe corregir con rapidez.
«España necesita un marco de ayudas e incentivos públicos que sea competitivo para fomentar que haya más y mejor inversión en I+D, pero nuestro país también necesita reformas estructurales para que la investigación en centros públicos se traduzca en soluciones innovadoras con inversión privada», apunta este directivo de la patronal de las biotecnológicas. «España genera muy buena ciencia, pero tenemos un cuello de botella que impide convertir esa ciencia en soluciones innovadoras, que es justo lo que sabe hacer el sector de las bioempresas», indica Arocena.
Remarca que «todavía vivimos un poco de espaldas los centros públicos y la iniciativa privada en este campo, y necesitamos generar confianza y espacios de trabajo compartidos, que es algo que sí ocurre con éxito en otros países desde hace tiempo, como por ejemplo los campus mixtos que hay en el Reino Unido, en el que puedes encontrarte con una empresa biotecnológica desarrollando fármacos dentro del campus y de forma coordinada con los departamentos de investigación de la universidad».
Desde Asebio insisten en que el potencial de la biotecnología española es muy elevado: la investigación es altamente competitiva, y esa es la gran materia prima en este sector, pero hay que sacarle más partido.