IBoneLab nació en la facultad de Veterinaria de la USC y se ha especializado en control de materiales compatibles para insertar en animales y humanos
Detrás de cualquier avance médico hay un largo camino de investigación y pruebas en el que participan muchas empresas e investigadores; fármacos, pero también implantes médicos, tienen que pasar arduos controles desde que salen del laboratorio hasta que se incrustan en alguna parte del cuerpo. En este proceso entra en juego IBoneLab, una empresa lucense dedicada al estudio de la biocompatibilidad de materiales que van a ser utilizados en medicina tanto humana como animal. Perteneciente a Bioga, el Clúster Tecnolóxico Empresarial das Ciencias da Vida, esta joven empresa utiliza una técnica que permite ver en microscopio los dispositivos que se han colocado en algún tejido, como pueden ser los implantes dentales, para comprobar así los efectos que causan en el cuerpo humano y su adaptación a él.
Nació como un grupo de investigación de la USC, pero sus promotores decidieron convertirla hace dos años en una spin-off con el fin de dar una estabilidad laboral a los investigadores y técnicos de laboratorio que allí trabajan, debido al alto grado de especialización y formación que se necesita: «Vimos que el grupo tenía potencia suficiente como para poder dar el salto como empresa y además hemos conseguido una mayor eficacia a la hora de poder dar respuesta a las inquietudes de las empresas que demandan nuestros servicios», explica María Permuy Mendaña, promotora de IBoneLab, junto con Antonio González Cantalapiedra, Mónica López Peña y Fernando Muñoz. Al constituirse como spin-off, también la USC participa como socio inversor.
El grupo de investigación de Cirugía Experimental de la Facultad de Veterinaria de Lugo, al que pertenecen todos ellos, lleva más de 20 años trabajando en estas líneas de investigación y, a lo largo de este tiempo, han promocionado sus trabajos en el campo de los biomateriales. Así, cuando se creó la sociedad mercantil, IBoneLab ya contaba con una cartera de clientes en varios países: «El mercado exterior supone más de un 90 % de nuestra facturación», destaca Permuy; sus clientes se encuentran sobre todo en Europa, en países como Portugal, Bélgica, Austria, Francia, Hungría, Noruega o Suiza; pero también han llegado hasta Canadá, Estados Unidos y Australia. Este carácter internacional fue el que motivó que se decantaran por un nombre de origen anglosajón: «lo que más nos diferencia del resto son los análisis de muestras de huesos», comentan.
El papel de IBoneLab consiste en la elaboración de análisis preclínicos y evaluación histológica de tejidos; también hacen estudios de microtomografía computerizada que, según explican, es un sistema similar a un TAC que permite la evaluación tridimensional de las muestras. Estos informes son imprescindibles para que la FDA americana o la Agencia Europea del medicamento autoricen la comercialización de estos productos que terminarán en el interior del cuerpo humano. Aunque sobre todo trabajan en el campo de la odontología, IBoneLab está intentando hacerse un hueco en otros como el de la cirugía de columna u ortopedia. En el años 2019, cuando nació como empresa, contaba tan solo con un trabajador a tiempo parcial y, dos años después, ya tiene dos empleados a tiempo completo y uno eventual. Y la idea es seguir evolucionando, captando más clientes gracias a la recomendación de los actuales y a las publicaciones en revistas científicas.